La manos me dolían, el estomago me rugía, ya se había pasado la hora de la cena, otra noche sin probar bocado y todo por no terminar a tiempo... Tal ves una noche de sueño sea lo que necesito, una noche tranquila, me la merezco. Subí las escaleras del sótano rumbo a la cama, eché una ultima mirada recelosa a mi arte culinaria, ¡Diablos que sí! era difícil quitar la piel humana, despellejar vivas a las personas no era buena técnica, sus músculos se contraen y hace mas difícil cocinar... Mañana por fin comeré como los Dioses, me lo merezco.
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